Una vez mas, Arcadi Espada propone un periodismo 3.C (la tercera cultura) que al margen de sus problemas
fácticos, y algunas virutas filosóficas que embrutecen la tarea de lijar una
superficie escarpada como la escritura periodística o la prosa analítica sobre
la realidad, parece solucionar uno de los problemas planteados por Benjamin en El Autor como Productor (1934): otorgar
un trabajo específico para el escritor (el periodista) en los periódicos que
ninguna apropiación, “proletaria” o “del lector”, de la escritura pueda
reemplazar; manteniendo así, el lugar específico del autor. Un lugar profesional y
autorizado de la escritura, en el que los cortes epistémicos o términos
contrapuestos que antaño se fecundaban mutuamente, no se conviertan en
irresolubles antinomias, como pasa hoy. Así, la ciencia y la literatura, como
la crítica y la producción, o la formación y la política, no se deberían
separar desordenadamente en un orden ficticio repartido entre secciones de
periódico irreconciliables. La escritura que propone Arcadi no es una mera
guirnalda decorativa, pirotécnica o melancólica, en la que el sentido, el sentido literario o
científico, y la trascendencia secular o religiosa, ocupen el lugar de la
descripción y el análisis de la prosa periodística. Sino que esta última
escritura 3.C aglutine e integre todos los aspectos de las llamadas “dos
culturas” tradicionales. Evidentemente, su juicio coincide con el juicio de Benjamín,
pero por razones distintas, pues las concepciones sobre la ciencia (o ciencias del espíritu) son diferentes. Aunque paradójicamente, ambas posturas, cumplen una misma función: no establecer cortes epistémicos en la tarea del escritor.
A su vez, la conferencia también responde,
no sin cierta idealización, al problema planteado por Ferlosio en sus múltiples
artículos en El País y sus diversos ensayos, sobre la
constitución estructural de los periódicos en cajas
vacías (especialmente la
radio y la televisión; variedades, producto de la economía y no de la escritura
periodística); esa necesidad artificial de llenar los vacíos, los espacios
en blanco del papel pulpa, previamente construidos por los medios, con
ruido de cascabeles; esa irrefrenable cultura del tam-tam y el martilleo que ensombrece la tarea
de la prosa y ensordece a los individuos. Alguno de los
problemas de la propuesta de Arcadi, es la imposibilidad de incorporar en la
escritura, la negatividad de las concepciones de Marx sobre el periodismo crítico, que se
traspiran por los poros de cada uno de los artículos de su segunda etapa como periodista en The Tribune. Estando de acuerdo
con las líneas maestras de la propuesta arcadina,
sin duda, el problema permanece abierto en la plaza crítica...
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