miércoles, 23 de diciembre de 2015

El gato al agua



Las elecciones del pasado 20D dieron los resultados más plurales y complejos de la democracia española. Unos resultados que han confirmado las sospechas de los ciudadanos con sentido común, y desmentido los libelos propagandísticos, llamados sondeos o encuestas en períodos electorales, que los distintos partidos de colores varios, han configurado sistemáticamente con la inestimable ayuda de sus intelectuales orgánicos: los periódicos verticales. La campaña ha terminado, y las hostilidades de charanga, los juegos pirotécnicos del discurso de la seducción y la persuasión, verdaderos encantadores de serpientes, y las formas deportivas de la competitividad política, también. Ahora, y hasta la próxima cita electoral, empieza la cruda repartición de la tarta, la terca realidad de las correlaciones de fuerzas, las distribuciones materiales del poder; empieza, como no podría ser de otro modo en una democracia administrada, el juego de sillas, el juego de pactos y negociaciones socialdemócratas que debe asegurar según la hegemonía del status quo, la estabilidad y seguridad, el orden y la gobernabilidad; donde gobernabilidad, es el dominio de unos pocos sobre unos muchos según criterios económicos y burocráticos. 

En estas elecciones se ha producido lo que viene siendo la tónica general en todos los comicios de este año: la victoria de la derecha y la derrota de la izquierda. Pues la unidad de la derecha, y en esto incluyo a liberales, conservadores y socialdemócratas (Marcuse, y yo lo suscribo, veía la socialdemocracia como una antesala del capitalismo, un sustituto del liberalismo que hacía las mismas funciones pero que no despertaba al Rojo, el miedo al rojo, sino que lo integraba como aliado); proporciona un caudal de votos mucho más compacto y seguro; mientras que la fragmentación y división de la izquierda, y si a esto le sumamos la confusión y la ambigüedad en la determinación ideológica de los nacionalismos, genera una distribución de los votos que imposibilita grandes bloques de oposición unitaria que compartan plan, dirección, guía y finalidad, un para qué; consustancial a todo partido que se precie estructura representativa de una clase social. Los resultados fueron los siguientes: PP con un 28,7 % de los votos y 123 escaños, PSOE con un 22% de los votos y 90 escaños, Podemos con un 20,6% de los votos y 69 escaños, C's con un 13,9% de los votos y 40 escaños, y el resto repartido entre otros partidos minoritarios.  




Con estos resultados sólo habría dos gobiernos de coalición posibles que obtendrían la mayoría absoluta, suficiente, para investir presidente y gobernar sin problemas. Por un lado está la "gran coalición" formada por PP-PSOE que obtendría 213 escaños, que supera en mucho la mayoría absoluta de los 176 escaños necesarios para gobernar sin mosquitos. Esta fórmula parece imposible por las declaraciones del guapo Pdr Snchz; que ha ofrecido la segunda coalición posible de gobierno: PSOE-Podemos-C's, sumando 199 escaños. Algo que también parece imposible dada la ética higiénica, clínica, de C's, que sólo apoyaría la lista más votada, parece que con abstención, una forma cobarde de apoyar investiduras. Otra posibilidad, mucho más probable que las anteriores, es que el PP forme un gobierno en minoría, con pactos y apoyos puntuales según la geometría variable; que sólo sería posible si PSOE y C's se abstuvieran en la toma de investidura.

Como vemos, la victoria del bipartidismo ha sido clara, aunque la brecha parece imborrable y la primera víctima en cobrarse haya sido el grupo "socialista" (no puedo evitar reírme como un cascabel cuando llamo a esa panda de trepadores, socialistas; algunos los llaman Socialistos), destinado a desaparecer en el correr de los tiempos si Podemos mantiene su discurso crítico, la coherencia de sus actos durante la legislatura, y una nueva política de pactos más fructífera y flexible que la que mantuvo con IU antes de las elecciones. De todos modos, la degradación y decadencia del sistema establecido entre los dos grandes elefantes ha sido notable, pues el PP ha perdido cerca de tres millones y medio de votos y ha pasado de 186 escaños y un 44,6% de votos en 2011, a su decepcionante aunque victorioso 28,7% de votos y los 123 escaños. Del mismo modo la decadencia, hecatombe, del PSOE ha sido aún peor, ha obtenido los peores resultados de su historia pasando de 110 escaños y el 28,8% de los votos, a 90 escaños y el 20% de los votos, perdiendo cerca de un millón y medio de votos respecto a 2011 con Rubalcabra. Y lo peor de todo, es que sus consejeros y dirigentes parecen no haberse enterado todavía de nada. El problema en el seno del partido es más grave de lo que parece, pues mientras sus barones regionales piden formar oposición, la cúpula directiva, la de Madrí, pide formar gobierno, como sucede con los perros que barruntan muerte, y sus aullidos toman la oscuridad de la noche y no permiten ningún sonido disonante. En este aspecto es necesario mencionar que la inefable e indecible Susanita (no la del ratoncito, sino Omaita, la de Andalucía, Susana Díaz) sigue haciendo un flaco favor a su partido a nivel nacional, reivindicando un cantonalismo y chovinismo estúpido, propio de nacionalistas, y que debilita las posiciones del partido en el resto de España. Sus declaraciones más allá de no gustar nada en Ferraz, hacen más difícil el papel de piedra de toque o partido bisagra, para todos los pactos de gobierno, pues sea quien sea el que gobierne, sólo podrá hacerlo a través del PSOE, negociando con ellos. Que paradógicamente, habiendo perdido estéticamente las elecciones, técnicamente, según la correlación de fuerzas, son el partido clave para la "gobernabilidad" del país. Ferraz está engorilado, sumido en lo que yo llamo el síndrome "Ximo Puig": ser el derrotado, el perdedor absoluto (en función de lo que fueron) de unas elecciones y aparecer como vencedor, sonriente y victorioso, con esa sonrisilla de cretino y lameculos. Debemos destacar que el PSOE ha realizado una estrategia electoral pésima, no sólo por un candidato irrisorio que sólo gusta a las ridículas feministas de cuotas y porcentajes, sino porque ya no disponen, por ignorancia, pues siguen siendo los mismos hijos de puta, del apoyo de la Intelligentsia, de la élite intelectual, como así la dominó Gozalón para el referéndum de la OTAN y Zp los movilizó, la Cultura, los de la ceja, para las elecciones de 2008. 

Estas elecciones podrán recordarse como las elecciones del error, pues cada partido
 ha cometido errores  hacia su propio electorado que le han valido graves pérdidas de votantes. En el PSOE ya lo hemos dicho, no movilizar la cultura, el PP con la ausencia en los debates y su obstinación con la meseta y lo rural; y en el caso de C's , con el conocido y absurdo debate de la violencia de género, una cuestión que entró en la campaña electoral como categoría política y elemento programático (ya hablan de un gran pacto como el de la educación; estulticia general) gracias a su torpeza en la exposición de este camelo progre y femenino. Y el que a mi juicio ha sido el gran error de la izquierda, derivado de lo que parece ser su fragmentación natural: no haber conseguido una gran alianza entre los votantes y los miembros de Podemos e IU. La responsabilidad, en este caso, evidentemente reside en IU, experta y profesional en perder elecciones durante casi treinta años. No sé si la vieja guardia, las viejas glorias momificadas, o las nostálgicas juventudes, han sido los responsables de que la alianza no se llevará a cabo, pero sus resultados han sido nefastos, pues si el casi millón de votantes de IU hubiera votado una candidatura Podemos-IU (con las siglas de los magentas, esa era la única exigencia) ahora tendrían más votos que el PSOE, serían la segunda fuerza política nacional, muy cerca del PP, y no sólo siendo la llave, necesaria, de todos los pactos de gobierno, sino con posibilidades reales de formar gobierno con las fuerzas nacionalistas y sus variedades. El escenario hubiera sido totalmente distinto, y entonces sí, cerca de la derrota del bipartidismo y del PSOE. Aunque de todos modos, Podemos tendría el mismo problema interno: las franquicias. Pues al no poder presentarse en todos los sitios con una sola marca, jerárquica y personalista, las mareas, las plataformas civiles y demás, harán de franquiciados de Podemos. Algo que en los momentos más delicados con los problemas territoriales o las gilipolleces posmodernas, les dará más de un quebradero de cabeza a una cúpula que ha sido de las más inteligentes de entre todos los partidos. En el caso de C's, el mayor problema, aunque parezca lo contrario, es su dinero; algún día tendrán que devolver el favor a esos entes que les han prestado el dinero y el personal (pijos y pachulis) para poder presentarse en toda España, pues en las europeas no disponían ni de un puto duro. Resumiendo; a falta de una cohesión de la izquierda clásica, IU por ejemplo, Podemos en los momentos clave se ahogará con la gobernabilidad posmoderna; y C's con sus acreedores, sus felices empresarios, y su bestiario trepador (de entre tanta gente, encontraremos de todo, lo mejor de cada casa) se verá imposibilitado para hacer reformas y cambios sustanciales, les tirarán del collar como a las bestias. Lo que sí ha sido una victoria de Podemos y un fracaso para los tres grandes partidos restantes, ha sido el tema del nacionalismo catalán, ya que introducir el tema del infecto "dret a decidir" como un eje central de la legislatura, ha constituido una trampa mortal para los constitucionalistas, que si quieren pactar con ellos, tendrán que tragarse la fábula nacionalista, y si no, perderán un gran apoyo, contentando así Podemos, a propios y extraños. Sin mayorías absolutas, y ampliando juego y la dinámica parlamentaria, más entretenida y movida que nunca. 

Para terminar, haría una pequeña observación sobre el pasado y, el posible, presente gobierno del PP; pues en su seno podemos ver dos grandes grupos, los conocidos como PP pop y PP heavy. El primero lo conformarían los tecnócratas, burócratas y administradores, tales como, Rajoy, Soraya, Cifuentes, Montoro, y las jóvenes horneadas, Andrea Levy y Casado, entre otros. Un grupo más light y soft, más cercanos al falangismo que al liberalismo de los segundos, un PP conservador clásico, en el que encontramos a Esperanza Aguirre (que no empezó en AP, sino en el Club Liberal de Madrid, dirigido por el economista liberal Pedro Schwartz; nuestro Friedman español), Aznar, Mayor Oreja, el ex, Vidal Cuadras, etc. Vemos como en el caso de los burócratas pop, la asimilación y adecuación a la socialdemocracia y sus avatares es total y absoluta, sus ideologías despolitizadas se adaptan a la perfección, y la pérdida de la hondura filosófica de sus planteamientos también; mientras que los liberales clásicos, más políticos, y cuyos planteamientos son filosóficamente más profundos, y a su vez, quizás más peligrosos y míticos, se muestran hostiles al Estado social o del bienestar (también a la biopolítica), y pretenden lo de Ayn Rand y Robert Nozick; salvando las distancias. Digo esto para poner de relieve la paradoja y conflicto interno del partido, cuya unidad, oculta y sutura bastante bien, pero que de vez en cuando remueve los cimientos, véanse las recientes declaraciones de Aznar pidiendo tras las elecciones un cambio de candidato; ocurrencias de tortuga.  El gobierno actual parecería pues de los primeros, gestores más despolitizados y reificados, pero con menos hostilidades hacia el sistema social dirigido o administrado; menos "ideas geniales" o "inventos extraños" en beneficio de la "libertad individual". 









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