sábado, 20 de abril de 2013

leyendo a Benjamin (II)



Presentada ya, su tesis o concepto sobre la historia,  creo necesario postular una concepción crítica de las filosofías sucesivas de la historia que autores teleológicos y finalistas como Hegel, Marx o Kant han ido planteando a lo largo de la tradición filosófica y del pensamiento, la noción de historia para la pos-modernidad, sostenida por autores como Delleuze, Derrida, Hannah Arendt, Heidegger o Althusser, se oponen de manera radical y frontal a una historia cientifista, finalista, teleológica, continuísta, progresista, lineal o sometida a determinaciones de cualquier tipo,ya sean, idealista psicologista, o materialista dialéctico.

El materilismo historico planteado por Benjamin, sostiene un conjunto de determinaciones, causalidades, leyes y reglas internas en la historia, que hacen de todo suceso o acontecimiento en ella, algo "necesario", es decir planeta una historia humana, en que las condiciones y circunstancias materiales aparecen como necesidad, estas son producidas y elaboradas por un desarrollo de las fuerzas de producción, que configuran y conforman una división del trabajo, que es a su vez la que constituye una "totalidad social" cerrada, que son las clases sociales, totalidad irreductible e incomunicable o in-afectada por todo aquello que no sean elementos o constructos materiales, es decir, se materializa y cristaliza una distinción entre clases y grupos sociales, los cuales a causa de sus condiciones materiales, han constituido una conciencia de clase, es decir una manera de actividad, acción y distribución y una ideología, es decir intereses políticos y "filosóficos" diferenciados, distintos y sobre todo antagónicos y enfrentados con el resto de clases,que igualmente son necesariamente determinadas por sus condiciones y circunstancias materiales.

Esta concepción de la historia es inducida por una ideología socialista, concretamente marxista, que busca justificar sus postulados, principios e ideas a partir de unas pruebas "historicas"y "hechos objetivos" inscritos en la tradición del devenir del hombre, por otra parte, todo pensamiento y toda razón proceden de la misma manera si son coherentes, tesis de distinto pelaje sobre cualquier tema abstracto, teórico o intelectual están en relación y derivan de la ideología de los sujetos que la formulan, y viceversa.

 Los pos-modernos sostienen que la historia es un conjunto de acontecimientos, procesos y resultados (jerga hegeliana) fragmentarios, situados en la multiplicidad, en lo particular y concreto de la parte, irreductibles entre si, incomunicables e incausados por cualquier determinación o necesidad, su orden de aparición no posee ningún sentido ni propósito más que el mero devenir en la acción humana, en tanto que vida y existencia inmanente, sin trascendentalismos o idealismos posibles.

 Algunos pensadores argentinos como José Pablo Feiman, por lo general, avispados en la retórica marxista y en la oratoria sofística psicoanalista, han desprendido la justificación de un sistema liberal, de esta concepción pos-moderna de la historia, ya que sostiene la multiplicidad y por lo tanto la pluralidad, esto es la individualidad como propio de la existencia, por lo tanto y por isomorfismo, traducido al ámbito político, esto es, un sistema liberal, esta acusación algo torcida, reduccionista en su punto de mira, que todo lo ven en enclave marxista, incluso lo "extra político", acogiendo y suscribiendo la teoría marxista en "bloque", esto les hace susceptibles de juicio trufado.

Dicho esto, a mi juicio la teoría pos-moderna de la historia, es la que me parece más plausible, más racional, más moderada, más fundamental, y por supuesto más precisa en cuanto que adaptación a la realidad, es decir a la verdad de las cosas, tal y como ellas son, aunque mi llegada a su aceptación, no es solo por sus argumentos, anti-finalistas, anti-teleológicos o anti-progresistas, sino porque sus argumentos "sin sentido" y "sin propósito" en la realidad, afirman y otorgan la libertad en el mundo, y por supuesto en el individuo.

Reafirman y reconocen un "yo" no trascendental o conciencial al estilo hegeliano, un "yo" no como expresión y aspecto de la conciencia pura "absoluta", una surte de sujeto trascendente fichteano que subordina al objeto y se "autopone" a él, ocupando su lugar, sino un "yo" concreto, individualizado, particularizado y terrenal, situado en el "faktum", en la facticidad más inmanente a la grandiosidad racional del ser humano, en el ego psicológico, capaz de afectarse y ser afectado por dolor y placer, expresión del hombre normal y corriente mismo y no de ninguna abstracción como el espíritu hegeliano, que era expresión de todos los sujetos concretos y autoreflexifos que se reconocían e identificaban en el desarrollo y despliegue de su abstracción general.

De la misma manera, tampoco reducen (los pos-modernistas) al "yo" factico (al hombre), a un simple ser vivo zarandeado por sus propios productos o efectos que acaban cobrando más magnitud y significación que su propia existencia y "ser", como hacen las interpretaciones marxistas, el hombre parece en manos de una cosmovisión, un autómata cartesiano, un muñeco de cartón  o una marioneta en manos de unos hilos productivos, que a su vez ¿por quien son causado, movidos y controlados?, cayendo en su propia contradicción, contestan, que los mismos hombres, que son víctimas de sus creaciones y productos. Me parece pues la visión de la escuela francesa (estructuralistas y existencialistas) y otros pos-modernos (Heidegger y Arendt) mucho más acertada, realista y racional que las demás, tanto de la antropología matafísica y su concepción de la historia misma.











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