jueves, 25 de abril de 2013

El pensamiento político de la burguesía catalana (II)



En la primera entrada sobre este mismo tema, quedó claro la conciencia burguesa que la ideología nacionalista poseía y el efecto alucinador, obsesivo y alienador que su abstracción ejercía sobre los miembros activos de la "causa" que no reunían los requisitos materiales para ser burgueses pero que sin embargo se han aburguesado y catalanizando, también quedo clara, de quien era la propiedad del espacio público de aparición, es decir, quien se extendía y abarcaba el sentido y significado de la política con mayúsculas, la política nacional, la política del "nosotros" (los privilegiados) ya que todo proceso, elemento, problema, o acontecimiento político, de requerimiento público, eludía a causas de la construcción nacional, sean conflictos sociales, más bien culturales, esto es, lingüísticos o de convivencia "étnica", o problemas económico, cualquiera de estos era siempre ejercido y causado por el exterior, es decir España, y se vivían como profundos agravios y graves efectos catastróficos o fatalistas que imposibilitaban el proceso de construcción nacional, atacando así a la unidad catalana, la moral y cultura catalana, cuando realmente sólo atacaba a la cultura burguesa, a la nación burguesa, a la economía burguesa, y a la moral de la burguesía catalana.

Hecha así la introducción, en esta segunda entrada pasaremos a un aspecto mucho más general da la condición de clase, sin escapar a ejemplificar la crítica universal con colores propios, ejemplos concretos y particulares de nuestra pesimista y catastrofista burguesía desesperanzada. Siguiendo y asumiendo de manera no total, pero cercana, la crítica de Simone de Beauvoir sobre el pensamiento de la derecha, podemos observar como su pensamiento, su discurso se caracteriza por ser, formalmente, altamente contradictorio, a veces peca de "realista-pragmatista" para ser cercano a un pensamiento racional y maduro destinado a resolver problemas técnico, y acto seguido, su discurso se torna altamente idealista y abstracto, cundo intenta universalizar y trasportar la explicación del caso concreto y particular a un nivel nacional, el problema no esta en el proceder de la operación, sino la incesante necesidad, ímpetu y pulsión de ascender, abstraer, elevar y casi divinizar cualquier decisión por muy insignificante que sea, a la talla, de hazaña nacional, pilar o base para una super-estructura que sirve para el vulgo o la masa (así ven al resto del pueblo, no-privilegiado) como utopía, panacea, o "supra-estado" hegeliano totalizador y absoluto, soberano, que toda autonomía y poder posee, y para ellos es visto como la seguridad y certeza de creación de un estado subordinado a su condición y conciencia, asegurando así su despotismo ilustrado y su posición dominante a eternidad.

Ese "tender hacía" no es más que el intento de abrir un ámbito de sublimidad y trascendencia política, propio del pensamiento de derechas y del hombre burgués, que busca justificar su posición privilegiada y mantenerse como "élite", intentar introducir valores e ideales absolutos, eternos, únicos y verdaderos, camuflados bajo la cortina de tapadera de la aparente y débil pluralidad, esta abstracción constante, no ya hacia un ideal, sino hacía el absoluto trascendente y "total"en que el sujeto es el sujeto "fichteano" de "conocimiento puro", que se contrapone y antepone al objeto, acredita ese afán idealista de centrar todo su interés en la transformación de la conciencia, la mente y el estado ánimico del individuo, olvidando así la contingencia, la materialidad y la singularidad y realidad empírica, construyendo un producto nacional puramente conciencial, abandonando y suspendiendo aquello que parentemente atendián y ahora subliman, que es la particularidad concreción y singularidad de los problemas técnicos, ahora pasan a ser secundarios, van después de la "idea" de nación.

Intento mostrar la más que raíz "fichteano- idealista" del pensamiento de derechas "catalano-burgúes", para Fichte, la libertad se da en el "yo" reino de la autonomía, la elección, la voluntad, el sujeto y el auto-conocimiento, es decir el mundo humano, confrontado y contrapuesto al "no-yo", reino del objeto, es decir de la causalidad, determinación, descripción, cálculo y necesidad, es decir de la naturaleza, que queda subordinado al "yo", así pues la burguesía catalana, los privilegiados, la élite, es la expresión y aspecto carnal y empírico del "yo" absoluto, mientras que los elementos confrontados como negación a él, son los representantes del "no-yo" en el que no se reconocen, identifican y realizan, es decir auto-reconocen.

Esta constante necesidad de auto-reflejarse a sí mismo para identificarse, y constituirse en oposición a otro nacionalismo, no hace más que asumir y recibir los mismo defectos, deficiencias y errores que crítica a sus "no-yo" en este caso el nacionalismo español, sólo que cambia su aspecto formal, su apariencia, presentación y aspecto, pero el contenido es el mismo, imposición de un despotismo ilustrado, consolidar una estructura de poder burguesa, y un esquema y mapa ideológico conservado, en tanto que derecha que busca no solo mantener su realidad material sino incrementarla acompañada de libertad despótica.

Para "ellos", auto-configurarse como los seres mesiánicos de la "causa" es constituirse como la "élite", según la teoría de la élite de Beauvoir, estos creen poseer unos valores e ideales absolutos y eternos, que les vienen dados, son innatos y los poseen por esencia o naturaleza humana, estos valores son los que los distinguen de la masa, los que hacen que posean una forma definida, una identidad propia y una sustancialidad que les hace estar en relación con la realidad misma, conociendo así la verdad y abriendo paso a monismos y despotismos ocultos.

Para concluir, resaltar esa constitución conservadora de la derecha catalana, es decir burguesa, que consiste en conservas los privilegios que con ellos logran excluir a la masa, marginarla, objetivizarla y popularizarla (vulgarizarla) de tal manera que ellos convierten por defecto y por necesidad  su diferencia y distinción en valores, cuando son privilegios materiales, económicos e injusticias, así es como opera y como se constituye la ideología derechista catalana, que a través de dispositivos de populismo, es decir apelar al sentimiento, a la emoción para enajenar y subordinar a las clases que no son por condición material de derechas, a un proyecto burgués, con un interés de beneficio y utilidad burgués y por una causa idealista y trascendente alejada de la terrenalidad, la necesidad y la contingencia empírica en la que vive la mayor parte de los ciudadanos catalanes, a los que lejos de arreglarse sus problemas, los verán incrementados. 





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